lunes, 20 de enero de 2014

La cabra de las mil historias



Del 22 de diciembre al 20 de enero resuena el eco de las leyendas de la Constelación de Capricornio, o de Caprica, la Cabra.


Dice una de las leyendas que en los tiempos oscuros, cuando reinaban los Titanes, con Crono al frente, aquel que temeroso de perder su poder devoraba a sus hijos e hijas, nació una criatura destinada a cambiar el orden de las cosas, llegando a ser el líder de la primera Era Olímpica, su nombre era Zeus. Antes de que fuera víctima del miedo y la crueldad del gran Titán dicen que Perséfone se las ingenió para esconder al pequeño dios de la fatalidad. Dicen que el niño fue escondido en las tierras del Egeo.

Cuentan que desamparado por la soledad el pequeño Zeus comenzó a llorar y llorar, y no parecía que hubiera manera de calmarse. Pero dicen que de pronto el infante vio una gran y preciosa cabra, que si bien le inspiraba un sentimiento de ternura también le hacía sentir miedo, quizá el miedo a lo desconocido. Por lo pronto dejó de llorar. La cabra estuvo un buen rato mirándolo, sin decir nada, lo cuál provocaba un sentimiento de inquietud en Zeus. No pudiendo aguantar tal silencio más le preguntó a la cabra su nombre, y ésta de forma cortante le dijo que "Caprica", y cuando él le iba a decir su nombre ella se adelantó, "Zeus", lo cuál desconcertó más al niño. A continuación dicen que le dijo "sígueme", y quién sabe si porque realmente algo le animaba a confiar en ella o porque quizá fuera su única opción el niño la siguió. Caprica lo llevó al llamado "Bosque de Minos", o también llamado bosque de los sueños...


Cuentan que en los días que siguieron Caprica le contaba una historia a Zeus por las noches, sus historias eran muy diversas, algunas sobre el origen del mundo y el universo, otras sobre los titanes, o en otros casos giraban en torno a lugares, su fauna y flora. Por el día, respecto a Zeus, la cabra se limitaba a darle la comida para que el joven estuviera bien alimentado y creciera con la máxima energía, pero no le hablaba. Esta situación desconcertaba al joven, y no teniendo a nadie más comenzó pronto a recrearse en las historias que le contaba Caprica, a sumergirse en ellas e imaginarse un sinfín de detalles.

En la medida en que los días se habían vuelto rutinarios la historia nocturna de Caprica era la ilusión que alimentaba al joven Zeus, que había ido experimentando una cada vez mayor fascinación por lo que escondían aquellas historias. No sabía exactamente qué pero algo le decía que detrás de aquello había alguna razón, algún misterio que quizá él debiera resolver, siendo aquellas historias el medio para ello. 

Y así cuentan que pasaron los días hasta transcurrir 200, y tras la noche de aquel día Zeus tuvo por primera vez un dejà vù, pues Caprica comenzó a contarle las mismas historias, aunque ciertamente había algunas significativas diferencias en esta ocasión. El joven se sintió inquieto, porque si el origen del mundo había sido de una manera por qué ahora cambiaba en algunos de sus pasajes, y lo mismo ocurría con el resto. 

En el día 401 se volvió a repetir el mismo fenómeno, Caprica comenzó de nuevo a contarle las mismas historias, con nuevos cambios, y con ello la historia original se iba desdibujando según percibía Zeus. Con esta tercera visión de las cosas el joven y futuro dios olímpico empezó a preguntarse cuál de aquellas historias sería la verdadera...

En el día 601 la cabra no cambió su tónica y volvió a empezar, pero en esta ocasión Zeus no se quedó callado y le transmitió sus inquietudes y dudas, preguntándole por qué cada 200 días volvía a contarle las mismas historias pero a su vez diferentes, cuál de ellas era la verdadera, o que si él quisiera podría inventarse la suya propia. La cabra sonrió...

En el día 801 cuentan que antes de contarle la historia de turno Caprica le preguntó a Zeus si tenía alguna historia para ella, pero el joven le dijo que no. La cabra sonrió...

En el día 1001 Hades, aquel que en un futuro sería el dios del Inframundo, fue a buscar a Zeus, pues era el momento de alzarse contra Crono. Cuentan que el joven le agradeció enormemente a la cabra todo aquel tiempo, y ella volvió a sonreírle, y que tras este gesto se elevó hasta el infinito convertida en constelación, que recibiría el nombre de "Capricornio".

Dicen que cuando clavaron un hacha en la cabeza de Zeus, abriéndola por la mitad, y salió Atenea (diosa de la artes, la sabiduría y la guerra) de ella, la diosa era todo lo bello que Caprica le enseñó.











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