martes, 8 de abril de 2014

"El tiranosaurio no quiere que le den de comer, ¡¡quiere cazar!!"


Escena de "Parque Jurásico"

La infancia, la tierna infancia... Como en tantas cosas en la vida, los ciclos vitales no escapan a la existencia de tópicos, que pueden ser más o menos discutibles. Suele ser habitual oir que "los niños son muy malos", que la adolescencia es "una etapa de experimentación" o que en la etapa adulta "te vas volviendo más gruñón", entre tantos otros tópicos que rodean a dichas etapas. Está muy aceptado que la infancia suele ser una etapa de gran curiosidad y creatividad, entre otras cosas. El niño, que llega el mundo y va creciendo en él, va desarrollando un interés por ese mundo que le rodea, no suele fallar esa época en la que los adultos son puestos a prueba, a ver cuántos porqués pueden soportar con paciencia. En un momento determinado el niño tiene esa explosión, por qué esto, por qué lo otro, "mamá, papá, ¿por qué tengo que hacer esto?", ¿por qué las hormigas se pasan el día de aquí para allá?", "¿por qué Papá Noel no me ha traído lo que le pedí?" (qué inocentes ellos...), y un larguísimo etc "hasta el infinito y más allá", como diría Buzz Lightyear. Otras de las características de esta etapa es la capacidad creativa que los niños desarrollan: construyen, resuelven, fallan y vuelven a intentar. El juego en esta etapa tiene un papel muy especial, es un valioso medio para su aprendizaje. Por medio del juego conocen, afrontan retos, triunfan, fallan, se divierten, se frustran, lo vuelven a intentar... Muchas veces se mosquean  cuando un adulto, viendo a un niño ya un rato prolongado, que no consigue resolver un problema, va y se lo resuelve. Y es normal, le acabas de quitar la gracia. El enfado o la frustración son parte normal en determinados momentos del juego, son la prueba de que es retante, de ahí reside en parte su estímulo, y de ahí lo enormemente gratificante que para el niño puede ser resolverlo, y sea consciente o no, ha sido un pequeño o gran paso en su crecimiento. Fruto de la enorme curiosidad el niño tal vez desarrolle una gran capacidad investigadora, analizar opciones, alternativas, prueba y error, "grrrr", "¡¡¡jooooo!!!", "ahí te quedas", pero al rato vuelve a la faena. 



Hoy un estudiante ha estado dándole vueltas a algo. La situación es la siguiente: la noche anterior le había dado uno de esos chungos remember, y esta vez le había dado por recordar dinosaurios en el cine, así que no se le ocurrió nada mejor que ver "Parque Jurásico", y eso que la película tiene unos gazapos respecto al tema de auténtico espanto, pero todo hay que decirlo, la forma en que impresiona una película como esa cuando eres niño, y no tan niño, hace que le perdones ciertas cosas, y bueno, que nos quiten lo bailao, ¡¡¡es un peliculón!!! En fin, estaba él viéndola tan tranquilo, tarareando por momentos su preciosa banda sonora, disfrutando de sus paisajes, sus ciertamente ocurrentes personajes, y algunos dinosaurios, cuando llega el momento. Tras un rato de frustrante tour por el parque los afortunados visitantes evaluadores llegan al recinto del todopoderoso y temible tiranosaurus rex, "¡¡¡¡groarrrrrr!!!!", eso pensaban que se iban a encontrar y sin embargo solo se encontraron con el relajante sonido de la selva. Como había que convencer a la tropa de que aquel novedoso parque temático era viable, a los jefazos se les ocurre una idea, "vamos a tentar al rex, no pierdan de vista la alambrada". De repente ¡oh! sale una jaula con una cabra encadenada en su interior, que muy poco después va para abajo y deja a la pobre criatura sola ante el peligro, o más bien condenada. La niña de turno, que es vegetariana, se horroriza con la situación, el niño de turno, respondiendo al tópico del niño curioso por el sadismo, está que su gozo no cabe en un pozo con lo que va a presenciar. La niña vegetariana wins, ni groarrrr ni nada, la cabra se cansa y posa sus patas. Y entonces el dr. Grant suelta la frase: "El tiranosaurio no quiere que le den de comer, ¡¡quiere cazar!!", no se puede eliminar  65 millones de años de instinto cazador". El estudiante salta del sofá ¡¡¡oh!!! Por alguna extraña razón esa frase le decía algo, le removía su interior. A veces se tiene una intuición, pero lleva su rato explorarla y comprenderla. Como la cosa parecía que costaba, el estudiante decidió confiar a su almohada mágica el que la intuición llegara más lejos (algo no exento de riesgos).

A la mañana siguiente el estudiante seguía con el run run, que tuvo que darse un paréntesis por la clase de turno y actividades varias durante el día. Por la tarde, nuevamente de retiro en su morada, tenía que hacer una práctica para la clase de hoy. Por enésima vez, una práctica sencilla se convertía en toda una batalla, y de repente creyó comprender, el espíritu jurásico le habló: ¡Groarrrr!, ¡oh! exclama el estudiante. En ese momento comprendió que últimamente la dinámica de sus clases tenía relación con lo vivido en el parque temático. Considera que quizá el ser humano es un ser con una peculiar curiosidad, que puede crear un monstruo insaciable de conocimiento y búsqueda de comprensión, pero que al mismo tiempo quiere, y puede pasar a ser necesidad, ser cazador, no le basta que le den una cabra ahí bien atadita, con todas las comodidades. Al cazador puede frustrarle que le digan lo que tiene que cazar, a mucha gente le puede gustar la caza pero no todo aficionado tiene por qué o querer la misma presa, del mismo modo que pueden haber diferentes formas de cazar, diferentes instrumentos, etc. Si te imponen demasiado las preguntas que has de hacerte o las presas que has de cazar, por ejemplo, tal vez la caza deje de estimularte, y por necesidad en algún momento tendrás que coger a la presa, pero será un ejercicio de resignación, por necesidad, perdiéndose todo lo bonito que puede haber en el transcurso de la caza. El estudiante se pregunta muchas cosas, ¿estamos apuntando a demasiados objetivos? ¿se nos anima a cazar o se nos da de comer? ¿perderé el gusto por la caza? ¿tengo que montarme un coto privado? porque en la caza, como muchas cosas, si no se practica con disciplina, se pueden perder facultades, lo cuál, si ocurre, es una verdadera pena.

Y ahora comprendía: "El tiranosaurio no quiere que le den de comer, ¡¡quiere cazar!!"

PD: para evitar malinterpretaciones, no ha sido ni es mi intención hacer apología de la caza como afición, es una práctica que desapruebo.


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